Las niñas y los niños salen del colegio sabiendo, con suerte, qué es el teorema de Pitágoras o conociendo el pretérito imperfecto del verbo amar, pero no saben calmar una rabieta o ponerle nombre a la emoción que sienten. La práctica de mindfulness está llegando a las escuelas para ayudar a cambiar las cosas.
Mindfulness, la atención plena y compasiva, sin juicios, del momento presente, aplicada al contexto escolar, está orientada a conseguir que los más pequeños:
- Aumenten las competencias socio-emocionales.
- Incrementen los niveles de atención.
- Mejoren la capacidad de autorregularse.
- Adquieran recursos para el afrontamiento del estrés, mejorando la resiliencia.
- Fortalezcan cualidades como la amabilidad, el altruismo, la empatía, la aceptación, la tolerancia y la compasión.
- Aprendan a aceptar y a regular las emociones.
- Practiquen la resolución creativa de conflictos.
Los programas basados en mindfulness para la escuela tienen entre sus objetivos estudiar el funcionamiento de la mente, promoviendo el desarrollo de la aptitud de darse cuenta de dónde están los pensamientos en cada momento.
Sentarse a observar los pensamientos, atendiendo a la respiración, constituye la esencia de mindfulness. Asumir el control voluntario de la respiración, inspirando y espirando de forma consciente, nos conecta con las sensaciones corporales, y con el aquí y ahora de la experiencia presente, dejando a un lado el hábito de alejarnos de nosotros mismos, arrastrados por los pensamientos o las emociones.
Precisamente, las emociones son las grandes olvidadas de la mayoría de sistemas educativos del mundo, incluido el español. En la Ley Orgánica 2/2006 de Educación no se menciona la palabra emoción, y el término emocional aparece en dos ocasiones, una de ellas en el preámbulo…
Para compensar este vacío, mindfulness en la escuela ofrece un espacio en el que niñas y niños pueden hablar de sus emociones, de lo que sienten, para que aprendan a nombrarlas y a relacionarse con ellas, desde el contacto y no desde la evitación.
Mindfulness y el rendimiento académico
Acostumbrada la sociedad a actuar de forma reactiva ante fenómenos como el acoso escolar, mindfulness es un ejemplo de intervención preventiva de conflictos. Asimismo, la práctica de la atención plena ayuda a desarrollar cualidades opuestas a los síntomas del Trastorno por déficit de atención/hiperactividad o del Trastorno negativista desafiante.
Incluso empieza a aparecer evidencia a favor de que la práctica de mindfulness en la escuela mejora los resultados académicos, como sostiene la investigadora Kimberly Schonert-Reichl:
“Al incrementar la atención, Mindfulness ayuda a aprender mejor”
Schonert-Reichl, quien ofreció una conferencia, el pasado 5 de mayo, en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, invitada por el Instituto Nirakara, es profesora en la Facultad de Educación de la University of British Columbia (Vancouver), donde fundó el Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional.
El trabajo de esta investigadora, antigua profesora de secundaria con adolescentes en situación de riesgo, pone el foco en el Aprendizaje Socio-Emocional (SEL), intentando discernir los procesos y mecanismos que promueven cualidades humanas positivas en niñas y niños, como la compasión o el altruismo.
En su laboratorio se investiga la eficacia de diversos programas de Aprendizaje Socio-Emocional implementados en las escuelas de Estados Unidos y Canadá, como Roots of Empathy o MindUp. El objetivo es encontrar maneras eficaces de educar el corazón dentro del aula. Por eso Schonert-Reichl se hace eco de una frase de Desmond Tutu:
“Educar la mente sin educar el corazón ha producido científicos brillantes, que utilizan la inteligencia para el mal”.
Según recomienda esta investigadora, es imprescindible dotar a niños y adolescentes de herramientas para enfrentar los retos propios de la época:
- Un declive en los niveles de empatía en toda la sociedad.
- Sobrecarga de información y de exposición a pantallas e imágenes.
- Ausencia de modelos empáticos.
- Exposición a la violencia.
Para contrarrestar estos factores de riesgo, nada como practicar, Emotional Fitness, es decir, entrenar el mundo socio-emocional de los niños. Por este motivo, los programas de Aprendizaje Socio- Emocional suelen abarcar 5 dimensiones:
- Autoconciencia
- Autogestión
- Conciencia social
- Habilidades para relacionarse.
- Responsabilidad en la toma de decisiones.
Los resultados de las investigaciones sobre la práctica de mindfulness en las escuelas, según afirma Schonert-Reichl, son alentadores.
“Mindfulness aumenta la empatía, simplemente, porque a veces no somos empáticos por no darnos cuenta, por no atender a lo que pasa justo ahora”.
Desde la neurociencia, los estudios con imágenes cerebrales, en consonancia con el hallazgo de la plasticidad cerebral, van recopilando evidencia de que mindfulness tiene el potencial de modificar tanto la estructura como el funcionamiento del cerebro. ¿Por qué no aprovechar esta herramienta en beneficio de la educación integral de niñas y niños?
Materiales y recursos de interés:
Thich Nhat y la Comunidad de Plum Village (2015). Plantando semillas. La práctica de Mindfulness con niños. Editorial Kairós.
Charla TEDx de Kimberly Schonert-Reichl
Laboratorio de Aprendizaje Socio-Emocional de la University of British Columbia.